¿Cuántas veces le ha pasado que sale de su casa con efectivo y al retornar en la noche y revisarlo se encuentra con que se gastó más de la cuenta y normalmente no se acuerda en qué?
La respuesta puede ser: muchas, y esa situación se produce porque hay muchos gastos que son imperceptibles en la misma medida en que su cuantía es muy baja y por ello no cuentan con el control que sí le hacemos a otros que, por su monto, son más representativos en los egresos, bien sea familiares o personales.
El tinto de la mañana, los cigarrillos, la embolada, el almuerzo no programado, la gaseosa, la lotería, el pan caliente recién salido, son algunos ejemplos de compras de bajas cuantías que realizamos en el día a día. Sin embargo, no son las únicas que hacemos, también, sin que lo hayamos pensado, muchas veces están los zapatos, el pantalón, la salida de fin de semana, el viernes cultural, las cervezas después del partido, el manicure o el peinado semana en las mujeres, el corte de pelo en hombres, gastos que normalmente no hacen parte del presupuesto de egresos que, bien sea de manera intencional, expresa, o de manera casual, en la mente, hacemos mensualmente.
El presupuesto de ingresos y egresos es una herramienta fundamental para la adecuada salud financiera. El problema radica en la forma como se elabora el mismo. Algunos de los fenómenos que se presentan en su elaboración son los siguientes:
En el momento de considerar los ingresos, normalmente tomamos como referencia el salario básico, sin considerar que a este, por ley, se le deben practicar algunos descuentos tales como los aportes para pensión y salud que suman el 8% del salario.
Cuando de listar los egresos se trata, solo tenemos en cuenta aquellos más representativos como cuota del crédito de vivienda o arriendo, cuota del vehículo, cuotas de otros créditos, pensiones de los hijos, servicios públicos o cuotas de administración. El gasto hormiga es el egreso que a diario hacemos, no lo sentimos y se convierte en una vena rota de nuestras finanzas, por allí se van los recursos que posteriormente nos obligan a tomar decisiones para reestablecer el equilibrio en nuestro flujo de caja. Aprender a identificar y controlar los gastos hormiga es la clave.
Supongamos que una persona toma un tinto en las mañanas, acompañado de un cigarrillo, hábito muy normal dentro de nuestro horario laboral. El tinto, en promedio puede estar en un precio de $1.800 y el cigarrillo $400 lo cual nos da un total de $2.100 diarios, que sumados durante una semana son $10.600 y en un año se aproxima a $550.000, cerca de un salario mínimo mensual. Esta cifra ya preocupa, mucho más cuando hemos tomado apenas un sencillo ejemplo que puede multiplicarse por 2, 3 o mucho más, según sean las costumbres de cada persona.
Alrededor del gasto hormiga hay estudios que indican que su peso dentro del total de gastos puede llegar a ser del 40%, mientras que otros más conservadores indican que está alrededor del 20%. Bien sea el primero o el segundo, la cifra es escandalosa, ese es el porcentaje de nuestro salario que gastamos de manera inconsciente.
¿Entonces qué hacer?
Para evitar los normales descuadres que genera el consumo no planeado, es conveniente tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Haga un análisis de los gastos promedio que realiza en el día a día y consolide esa cifra a lo largo de un mes (Sea muy detallado, de dicho nivel depende que usted pueda conocer su realidad en los egresos).
- Analice detenidamente cuáles de esos gastos son necesarios y decida disminuir o eliminar el consumo de aquellos que no son verdaderamente inevitables o no le produzcan mejoras sustanciales en su calidad de vida.
- Realice un presupuesto de gastos mensual e incluya el monto que se ajuste a sus necesidades.
- Sea disciplinado, si decidió eliminar algunos gastos, sea consecuente con ello y elimínelos verdaderamente.
- Haga un monitoreo permanente de los gastos y compárelos con el presupuesto, esto le permitirá irse ajustando en cortos periodos de tiempo a lo inicialmente planeado.
- Evite portar cantidades excesivas de dinero. Cuando se porta mucho efectivo se cae en la falacia del efectivo, síndrome que impulsa a las personas al gasto; no necesariamente tener efectivo es sinónimo que tener capacidad para la compra.
- Tenga control sobre la plata “suelta”. Una vez se cambia un billete se es más propenso al gasto, las monedas “incomodan” y en lugar de cargarlas, es mejor gastarlas; un mejor uso de ellas es tenerlas hasta la noche y echarlas al “marranito”, además de disminuir el consumo se está mejorando la cultura del ahorro.
FUENTE: FINANZAS PERSONALES