¡Si estás dispuesto a emprender, jamás pierdas de vista estas lecciones!
No se trata de tener claro el panorama desde el día cero, sino de recorrer un camino con apertura mental para ‘olfatear’ el mercado, entenderlo, adaptarse y actuar de acuerdo con sus vaivenes.
El concepto de emprendimiento se ha tomado miles de páginas impresas y de espacios digitales. Sin embargo, basta con analizar un caso como el de Rubén Darío Villegas Cortés para poder hacer tangible eso que tanto se ha teorizado. Este joven es el fundador de la empresa Er-White Jeans y ha recorrido un camino en el que ha ido capitalizando cada experiencia y oportunidad para avanzar y crecer.
Antes de aterrizar en el mundo de la moda, del diseño y de la confección, y tras vivir una situación económica familiar compleja, Villegas trabajó como vendedor puerta a puerta de biblias y enciclopedias. Era un adolescente, pero fue en ese momento que comprendió la importancia de tener contacto con el cliente. Tocar una puerta, esperar a ser atendido y, en muchas ocasiones, no ser escuchado, le hizo apreciar lo que significa tener una oportunidad de interactuar con un potencial comprador.
Ya graduado como bachiller, una de sus hermanas le dio la oportunidad de trabajar con su esposo en una empresa de moda como auxiliar de corte. Su labor era extender telas para luego hacer trazos y cortar. En vista de que trabajaba de 6 p.m. a 4 a.m., fue perdiendo motivación; sin embargo, ganó experiencia y adquirió destrezas para ir ascendiendo: pasó a trabajar de día, poniendo etiquetas, correas, marquillas, botones y remaches. Allí encontró el motor más importante que fue darle valor a la formación y, por lo mismo, decidió no solo crear su propia empresa sino también estudiar diseño, su gran pasión.
Fue así que se graduó de la Escuela de Diseño de Arturo Tejada, en donde entendió que no todo era energía, talento y actitud para hacer realidad su proyecto, sino que también debía amalgamar el conocimiento práctico con el conocimiento técnico.
La humildad y tranquilidad le permitieron a Villegas comprender que cada etapa de su desarrollo, con fracasos y aciertos, debía ser aprovechada para transformar los planes de acción e incluso la estrategia.
El pilar de su empresa estaría cifrado en la marca, que, según él, era lo más importante. En diciembre de 2005, luego de enterarse que iba a ser padre, con la ayuda de su esposa y un tío dio el primer paso para construir su negocio, al que más tarde bautizaría como Er-White Jeans. En esa fase comercializó ropa de hombre y mujer en un local del Centro Comercial El Gran San, de San Victorino.
Más tarde empezó a diseñar y a producir sus propias prendas, sin descuidar los gustos de sus clientes. Entendió rápidamente que la llegada de nuevos diseños era precaria en el mercado, que pasaba mucho tiempo para que ello sucediera y que eso contribuía a que su clientela no encontrara la satisfacción que le demandaba a diario.
Determinó así su factor crítico de éxito: generar nuevos diseños semanalmente y satisfacer a consumidores de los estratos 1, 2 y 3. Hoy día, lo hace más con los consumidores aspiracionales de los estratos 2 y 3, y también con muchas consumidoras de estrato 4 atraídas por su propuesta de valor. En este sentido, el origen de un crecimiento continuo consistió en proporcionarle al mercado nuevas y atractivas propuestas de modelos con la rapidez, por así decirlo, de las grandes marcas internacionales, y sin olvidar la calidad del producto.
Con el pasar del tiempo muchos competidores siguieron la misma línea, y por eso él no podía detenerse. La costo-eficiencia en la manufactura le exigió análisis y una toma de decisiones rápida y continua en la forma como operaba. Por lo mismo, la distribución de los productos de Er-White Jeans comenzó a crecer no solo en la venta al por mayor a nivel nacional, sino también con las boutiques y pequeñas tiendas de barrio.
Más tarde, con el boom de la venta por catálogo, la empresa entró en una etapa difícil que la empujó a reinventarse. Rubén Darío quiso seguir formándose y lo hizo gracias al apoyo de entidades públicas como Procolombia, con su Programa de Internacionalización, y también con la Alcaldía de Bogotá. Vino en simultánea su ingreso al mundo digital con la creación de su página web, en la que se exhiben excelentes fotografías. Así mismo, generó nuevas estrategias en el proceso de logística, ofreciendo a su ‘preciada clientela’ siete diseños por semana, o sea entre 30 y 35 diseños por mes, y con el plus de que sus compradores ya no tenían que ir a la tienda a ver el producto.
Hoy, este empresario ve el futuro con optimismo y mantiene la misma actitud autocrítica y de análisis del contexto. Uno de sus grandes diferenciales es que siempre ha querido impulsar a su gremio; ve a sus colegas como aliados y promueve un ambiente de colaboración que les ayuda, entre otras cosas, a enfrentar el fenómeno del contrabando.
Este caso es, sin duda, un ejemplo de cómo se puede crecer en medio de la adversidad, de la difícil situación económica y política del país. Sus ventas crecieron un 70% en 2016 y un 40% en 2017.
Ahora, esto no hubiera sido posible sin flexibilidad para cambiar o ajustar los procesos de corte y diseño y, sobre todo, sin la consciencia sobre lo determinante del valor agregado en los productos. ¡Si estás dispuesto a emprender, jamás pierdas de vista estas lecciones!
Fuente: Portafolio